jueves, 26 de julio de 2007

SIN DESTINO


La vereda recibe sus pasos
a veces con dirección,
senderos de sal
que se funden en el ocaso.
Las vidrieras tristes,
sombras agotadas por el silencio.
Se agrieta la carne desolada
en esa esquina inmóvil
a la espera de otro tiempo,
mas sociable,
mas cómodo.
Ahogados
por la falta de consenso
y la avaricia
se va perdiendo la memoria
de esta ciudad moribunda.
Aire condensado
sobre la cómoda de roble,
tan dura como mis quejas
que no dejan ver la luz
de la mañana antártica.
Sin desayuno,
sin ganas de reír
prendo un cigarro
para apagarlo con desprecio
como la mirada de anoche
tan vacía como la muerte
de esa esquina sin destino.
Seba

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